Dra. Ruth Daisy Henriques (1926–2018)*

Por Dr.C Luis Alberto Montero

La Dra. Ruth Daysi nació en 1926 y falleció el 4 de febrero de 2018. Procedente de una familia sefardita de Jamaica en el siglo XIX, asentada en Santiago de Cuba durante el siglo XX, la Dra. Henriques hizo su carrera de Ciencias Físico Químicas y de Farmacia en la Universidad de La Habana en los tiempos en que Fidel estudiaba Derecho. Se casó con Jorge Aldereguía, un médico hijo del médico que dio la cara y atendió a revolucionarios de la Revolución del 30 desde una posición militante. Antes de 1959 inevitablemente tuvo una presencia social en actividades para recaudar fondos que pudieran permitir una atención decente en Cuba a enfermedades indeseables y también ayudar en la lucha clandestina contra la tiranía batistiana desde el Movimiento “26 de julio”.

Su militancia revolucionaria y avidez científica la llevaron a ser la seleccionada para fundar la Facultad de Ciencias de la Reforma Universitaria de 1962, siendo la primera decana en la Universidad de La Habana. Nunca más dejaría el claustro de esta casa de estudios, ni siquiera cuando dirigió una institución científica de la entonces Academia de Ciencias. La misma decana que atendía la “Revolución Técnica” de entonces en contacto directo con el Che, que impartía Química Física y promovía investigaciones en el área de las ciencias farmacéuticas y la alimentación.

Fue la receptora de las demandas de unos cuantos jóvenes de los años 70 del siglo pasado para fundar la Sociedad Cubana de Química, una vez aprobada la Ley de Asociaciones de la época. Accedió a ser postulada por el Comité Gestor de entonces para ser presidenta de la nueva organización y fue electa como tal en 1978.

Nunca dejó de impartir clases siendo la profesora que más tarde sería denominada como “Maestra de Maestros” de la Universidad de La Habana. Fundó una de las instituciones multidisciplinarias emblemáticas de esta universidad, una pequeña unidad, prácticamente sin plantilla fija, que se llamó el Centro de Estudios de Salud y Bienestar Humano. Por alguna razón, probablemente no casual, su oficina estaba en el mismo sitio donde había ejercido el decanato de la Facultad de Ciencias desde 1962 hasta 1967. Abarcó allí entonces desde la demografía hasta la filosofía, pasando por la propulsión de la bioética, ocupando nichos de conocimiento indispensables y poco presentes entonces. Ahí terminó sus días académicos que solo pudieron interrumpirse por imposibilidades físicas y a muy avanzada edad. Fue miembro con voz muy activa, durante muchos años, de nuestro Consejo Universitario, sirviendo como una suerte de hilo de continuidad durante varios períodos rectorales.

A unos días de su deceso, hoy recordamos a la impulsora de causas nobles, amante del saber y compañera de luchas, que pudo ver como varias generaciones de aquellos que ayudó a formar como científicos contribuyeron igual que ella a que Cuba pueda ser un país de hombres y mujeres de ciencia. Honremos su memoria de la forma más útil tomando lo mejor de su acción como referencia, tanto para los científicos como para los gestores de la ciencia. La patria cubana lo agradecerá igual que hoy lo hacemos con la Dra. Henriques.

*Tomado de las palabras pronunciadas por el Dr.C Luis Alberto Montero Cabrera en el acto de entrega de los Premio Nacionales 2017, que otorga la Sociedad Cubana de Química.

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