No todo lo que brilla es oro, a veces, puede ser mercurio

Un breve ensayo sobre los elíxires alquímicos chinos

Por Lic. Carlos J. Hernández Sampedro

Laboratorio de Química Computacional y Teórica, Facultad de Química, Universidad de La Habana


Cuando se escucha la palabra alquimia, viene enseguida a la mente la idea de una antigua pseudociencia, similar a la química actual, pero cargada de un fuerte misticismo. Quizás se piense también en aparatos y utensilios antiguos de forma caprichosa y en los nombres tan extravagantes de alquimistas y compuestos. Seguramente se vincule enseguida al concepto de transmutación, ese deseo irracional de obtener oro a partir de otros metales “vulgares”. Todas estas ideas coinciden con la alquimia desarrollada primeramente por los helénicos y posteriormente por los árabes y la sociedad occidental medieval, pero la alquimia china tuvo unos matices muy diferentes.

No se tiene claro el momento específico en que apareció la alquimia en China, pero algunos autores sostienen que los primeros taoístas establecieron sus principios filosóficos. Esta disciplina se concentró principalmente en la purificación del espíritu y el cuerpo con la esperanza de ganar la inmortalidad, lo cual se lograba mediante el consumo de elíxires (Figura 1).

Figura 1. Carácter arcaico chino para la palabra dan “elixir”.

Bases filosóficas de la alquimia china

En China, la alquimia forma parte de las tradiciones taoístas de cultivación de cuerpo y espíritu desarrolladas a partir de las concepciones tradicionales de la medicina y el cuerpo humano. Los textos originales alquímicos taoístas, como el Cantong Qi, establecen que el cuerpo humano ocupa un espacio del universo donde se focalizan los procesos cósmicos, los cuales se resumen en cinco agentes de cambio, o elementos (wuxing), cuya observación y cultivación lleva al practicante al alineamiento y la armonía con el Tao.

Como en el caso de otras corrientes del pensamiento antiguo, muchas explicaciones a fenómenos eran dadas a través de las ideas de la dualidad de contrarios, según las cuales, uno de ellos tiene cualidades positivas (activo, caliente, seco, liviano, espiritual), y el otro cualidades negativas (pasivo, frío, humedad, pesado y material). En el contexto de la alquimia china, los contrarios fueron asociados a los dos poderes reguladores del universo, el Ying y el Yang. Los cinco elementos o wuxing (agua, tierra, fuego, metal y madera) estaban involucrados en todos los cambios o procesos naturales. Se creía que cada uno de estos podía convertirse en otro y este balance cíclico de interconversión se relaciona con la oposición binaria del ying- yang.

La alquimia china se dividía en alquimia externa, o Weidan y alquimia interna, o Neidan, que tuvieron respectivos períodos de auge y declive. La alquimia externa, más antigua, estaba basada en la creación de elíxires a través del calentamiento de sustancias en un crisol y otros procesos. Los textos Weidan suelen recoger recetas, descripciones de los ingredientes, reglas rituales y las asociaciones cosmológicas de sustancias, instrumentos u operaciones (Figura 2).

Figura 2. Esquema de las Fases Ígneas (houhou) tal como aparece en el libro weidan Yiwai biezhuan (El libro de los cambios). Cada anillo contiene un grupo de símbolos cosmológicos empleados en alquimia.

Por otra parte, la alquimia interna toma prestados conceptos y vocabulario de su contraparte más antigua, pero su objetivo es producir el elíxir dentro del cuerpo del alquimista de acuerdo a dos modelos fundamentales de doctrina y práctica: el primero, provocando que los componentes primigenios del cosmos y del ser humano se reviertan a su estado original; y el segundo, purificando la mente de corrupción y apasionamientos, para lograr ver la “naturaleza de uno mismo”. Esto se lograba a través de la meditación, respiración y ejercicios de posturas corporales (Figura 3).

Figura 3. Ritual de la alquimia Neidan, donde se combinan meditación, respiración rítmica y símbolos alquímicos como la liebre en la luna y el cuervo en el sol. Imagen del tratado neidan Xingming guizhi (Principios de cultivación conjunta de naturaleza y existencia).

La fabricación de un elíxir alquímico chino

A continuación, se verá el ejemplo del trabajo de un médico y alquimista chino del siglo VII, Sun Ssu-Mo. Las recetas registradas en su obra weidan Tan Ching Yao Chueh consisten en varios elíxires de inmortalidad, al igual que métodos para fabricar artículos como perlas de imitación. El formato del libro es increíblemente semejante a un manual moderno de laboratorio de química, con las cantidades de cada compuesto a utilizar y la explicación detallada de cada técnica a llevar a cabo.

Los equipos utilizados por Sun Ssu-Mo fueron un horno de carbón cerrado, varios recipientes de reacción, aparatos de maceración y diferentes clases de filtros. Los recipientes podían estar construidos con bambú, arcilla o metales. Existía una vasija especial que era utilizada como reactor constituida por dos piezas de hierro cuya forma podría compararse con la de dos crisoles dispuestos boca a boca. Este reactor se cerraba con un sello denominado “seis en uno”, que era fabricado con siete ingredientes variables, como arsenolita (óxido de arsénico), kalinita (sulfato doble de potasio y aluminio decahidratado), sal de turkestán (cloruro de sodio impuro), entre otras sustancias. Los alquimistas solían utilizar para sus sellos excrementos de gusanos de tierra, lo cual es criticado de forma jocosa por Sun en su obra, que empleaba un sello especial inventado por él compuesto por kalinita y arcilla silícea roja.

Los procedimientos para fabricar sellos, utensilios y recipientes, también solían ser muy bien descritos en los tratados de alquimia Weidan. Los alquimistas chinos poseían otros equipos como trípodes que funcionaban como hornos, baños de vapor, aparatos de sublimación, destilación y extracción y varios tipos de morteros (Figura 4).

Figura 4. El trípode alquímico, utensilio utilizado en la alquimia Weidan. Imagen del tratado de alquimia Weidan Yunji qiqian (Siete elementos de la faltriquera de las nubes).

En la obra de Sun Ssu-Mo aparece la siguiente fórmula para preparar un elíxir:

Fórmula de elíxir inferior transformado cíclicamente

Ingredientes:

  • 4 liangs de azufre
  • 1 chin de mercurio
  • 3 liangs de masicotita (mineral de PbO)
  • 1 liang de oro

Un liang es aproximadamente equivalente a 10,4 g y un chin a 166,5 g.

Procedimiento:

“Todos los ingredientes son divididos en pequeñas partículas por maceración. En el reactor se adicionan primero tres liang de azufre pulverizado que se esparcen en el fondo del recipiente como si de un lecho se tratase. Luego se añaden el resto de los ingredientes y se adiciona el liang de azufre restante como cobertura de la mezcla. El recipiente se sella con el seis en uno y se calienta en el horno de carbón, primero suavemente y luego con una llama fuerte durante siete días y noches. Luego se deja enfriar durante medio día y se abre. El contenido habrá sido transformado en el elíxir. Brillará con una luminosidad divina, que encandila el ojo humano.”

¿Inmortalidad o muerte prematura?

Los emperadores chinos y otros nobles y militares fueron los principales mecenas de las investigaciones de los alquimistas chinos. Se conoce que cerca de 15 emperadores de diferentes dinastías entre los siglos III a.n.e. y XVIII d.n.e. financiaron los estudios sobre elíxires de la vida de los alquimistas de la corte. De ellos, 7 murieron y 3 perdieron la razón debido a la intoxicación por mercurio o arsénico, componentes comunes de estos preparados.

El gran interés de los emperadores por la creación de un elíxir se basa en el hecho de que no existían conceptos para alma eterna ni en el confucioanismo ni en el taoísmo. Todo lo que existía era la existencia misma. Ellos creían en seres inmortales puros llamados Xian que en su forma original poseían plumas como aves, tenían poderes mágicos y vagaban incesantemente sin necesidades materiales entre las montañas y bosques, donde eternamente disfrutaban de la contemplación de la belleza de la naturaleza, que se consideraba la expresión externa y visible del Tao. Por lo tanto, con el uso de estos elíxires deseaban entrar a la existencia inmortal.

El primer caso que se tiene registrado de muerte por intoxicación fue el del emperador Quin Shi Huang, el fundador de la dinastía Qin. Huang se obsesionó con su mortalidad, enviando varias expediciones fallidas al Océano Pacífico para encontrar una fuente de vida eterna. Finalmente, se decidió por un elíxir en forma de píldoras ofrecido por su alquimista, compuesto principalmente por mercurio, que no tardaría en matarlo.

Una historia célebre es la del emperador Wu de la dinastía Han. Alrededor del año 133 a.n.e., el alquimista Li Shaojun, le sugirió al emperador que debía seguir el ejemplo del mítico Emperador Amarillo, quien llevó a cabo un ritual alquímico al inicio de la historia de la humanidad. El emperador debía realizar ofrendas a una llama para invocar seres sobrenaturales que convertirían el cinabrio en oro. Este oro sería utilizado para fabricar platos y vasos, que al comer y tomar de ellos, prolongarían la vida del emperador, lo que le permitiría conocer a Los Inmortales. Entonces, luego de llevar a cabo las ceremonias imperiales supremas de la Tierra y el Cielo junto con estos seres divinos, el emperador ganaría la inmortalidad. Nótese que este elíxir es más bien una ceremonia, lo que demuestra la extensión de este concepto para los chinos, más allá de un brebaje o pócima. Wu, por supuesto, nunca llegó a consumir alimentos o bebidas en recipientes áureos creados por entes etéreos.

Por otra parte, el emperador Ai de la dinastía Jin, que reinó entre los años 361 y 366 d.n.e, temía al envejecimiento desde la temprana edad de 25 años. Sus alquimistas le dieron píldoras semejantes a las consumidas cerca de 500 años antes por el emperador Quin. De acuerdo al Jin Shu, documento que narra la historia oficial de la dinastía Jin, Ai primeramente perdió la razón por los efectos negativos del mercurio y posteriormente murió.

“…[el emperador] sentía atracción por el arte de los alquimistas. Se abstuvo de alimentarse de cereales, pero sí consumió elíxires. A causa de una sobredosis, se envenenó y nunca más supo qué ocurría alrededor de él…”


La Dinastía Tang, que gobernó entre los años 618 y 907, es tristemente célebre por haber perdido al menos cinco de sus emperadores a causa de los elíxires alquímicos. El emperador Xianzong, que reinó del 805 al 820, cayó en la locura a causa de estas prácticas. El Xu Tongzhi, documento que registra la historia de la dinastía Tang, narra que:

“…embelesado por las historias de los alquimistas, [Xianzong] ingirió elíxires de oro y su comportamiento se volvió muy anormal. Se ofendía fácilmente con los oficiales con los que se reunía cada día y las prisiones estaban abarrotadas de todos aquellos que le molestaban…”

En respuesta a este comportamiento, un oficial escribió una petición al emperador para realizar investigaciones sobre la verdadera efectividad de los elíxires, que fue rechazada por Xianzong. Esto hizo que la situación fuese insostenible, y el monarca fuese asesinado por los eunucos del palacio. Los elíxires de oro consumidos por Xianzong, contenían seguramente compuestos de mercurio y otros metales tóxicos.

A pesar de que hubo muchos casos de envenenamiento por elíxires a lo largo de la historia, y de que los chinos estaban al tanto del hecho de que los elíxires eran venenosos, se continuaron perfeccionando y fabricando pócimas a lo largo de los siglos y no faltaron quienes las consumieran. Existen muchas hipótesis que explican esta extraña contradicción.

Una de estas es la de euforia inicial. Las propiedades del mercurio de causar algunos tipos de alucinaciones, sueños vívidos y excitación mental general pueden ser interpretadas como la entrada a un estado superior de existencia, lo cual provocaba que la víctima decidiera continuar la ingestión de elíxires.

También existieron muchos casos en los que los cadáveres de las víctimas se conservaban increíblemente bien a lo largo de los años. Esto es causado por el mismo mercurio, o por el arsénico, que al acabar con la flora microbiana, inhiben drásticamente el proceso de descomposición. Esto era interpretado por los alquimistas como que el elíxir era eficaz y que el fallecido se había convertido en un Xian.

El hecho de que se dieran casos de “muerte temporal”, que realmente eran episodios de coma, eran interpretados como indicios de que el elíxir estaba siendo efectivo y el logro de la inmortalidad estaba cerca. Es por ello que en caso de despertar del coma, la víctima volvía a ingerir el elíxir.

El mercurio de las pócimas taoístas se encontraba generalmente en su forma metálica o formando parte del cinabrio, mineral conformado principalmente por sulfuro de mercurio (II). Aunque los compuestos inorgánicos de este metal son considerablemente menos tóxicos que los orgánicos, consumidos en grandes dosis o por prolongados períodos de tiempo, son letales. El mercurio inorgánico se acumula en los riñones, y tiene una acción corrosiva generalizada sobre los tejidos del organismo. A nivel molecular provoca la precipitación e inactivación de proteínas y la inhibición de enzimas. Cuando la dosis es alta, pero no lo suficiente para matar, puede provocar episodios psiquiátricos graves, como se ha mencionado anteriormente. El Sombrerero Loco, famoso personaje de Alicia en el País de las Maravillas, nació de la frase coloquial inglesa “He is as mad as a hatter” (Está tan loco como un sombrerero). Esta expresión surgiría de las dolencias psiquiátricas causadas a los sombrereros por el nitrato de mercurio que se utilizaba en la industria del fieltro durante el siglo XIX inglés.

Algunas consideraciones finales

Ha sido evidente, a lo largo de este texto, cómo ideas erróneas profundamente arraigadas sobre la concepción del mundo pueden llegar a tener consecuencias drásticas, que en el caso de China, llegaron a poner en crisis a la vasta nación en más de una ocasión. Aunque se ha dedicado esta pequeña revisión a los efectos negativos de los elíxires alquímicos, es importante recalcar el gran avance técnico y experimental de la alquimia china y que a pesar de las desgracias mencionadas anteriormente, también tuvo importantes logros en el descubrimiento accidental de medicamentos de origen mineral y en la descripción de una enorme cantidad de plantas medicinales. El Bencao Gangmu (Compedio de medicina) fue escrito por Li Shizhen durante la dinastía Ming y constituye una prueba del conocimiento sobre la medicina vegetal y mineral que poseían los chinos, pues esta obra recoge cerca de 11 100 tratamientos con diferentes hierbas y sustancias, muchos de los cuales fueron descubiertos durante las investigaciones alquímicas para lograr el tan codiciado elíxir de la vida (Figura 5).

Figura 5. El Bencao Gangmu y su autor, Li Shizhen.

Bibliografía consultada

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